¿Qué contestamos? La verdad, es decir, que sí (en la mayoría de los casos). Con lo que se verán aún más crecidos y seguiremos con el típico "ves y ahora me castigas a mi, ¡NO ES JUSTO!".
Ahí le veremos con la sonrisa triunfal. Hasta ahí tiene razón, nosotros lo hicimos y, seguramente tuvimos la suerte de que alguien nos dijera que estaba mal y recibiéramos el correspondiente castigo, lo cual nos hizo aprender y nos coloca en posición de poder enseñarle que no debe hacerlo. La otra opción es que nadie nos lo explicara y lo aprendieramos en "la escuela de la vida", es decir, "a palos".
Como es evidente que no queremos que nuestr@ hij@ aprenda así, no nos queda más remedio que castigarle. Ahí se acabó la sonrisa, ante la certidumbre del castigo.
3 comentarios:
Muchas gracias! Ayer mismo lo apliqué con mi hijo (ya os dije que ultimamente siempre contestaba igual), y la verdad es que por lo menos se calló.
La verdad es que contais lo que me pasa como si fuera una peli.
Me parece un enfoque muy acertado, hay momentos en que si mentimos se nos nota y ellos nos conocen y, además, la verdad es la mejor opción; pero normalmente nos cuesta darle el enfoque adecuado para convertila en educativa.
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